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domingo, 3 de abril de 2016

El Milán de Arrigo Sacchi

El fútbol era sudor, entrega, regate e imaginación, pero nadie había escrito en lenguaje matemático para convertilo en una obra de ingenieria. Eso logró Arrigo Sacchi en sus cuatro temporadas en el Milan, el artilugio más engrasado del fútbol contemporáneo, el modelo de lo que hoy se ve en los campos de todo el mundo. 


Su historia 

A finales de los ochenta Sacchi entrenaba al Parma en la serie B italiana. Solo le harían falta dos años para triunfar. En su última temporada en el equipo parmesano, el equipo ascendió a la serie A y eliminó al Milán de la Copa de Italia. Fue entonces cuando Berlusconi, ese magnate que acaba de llegar al Milán para acabar con la hegemonía del Nápoles de Maradona, se fijó en el. Y todo lo que Silvio se propone lo consigue. Sacchi arrancaba así la temporada 1987-1988 con el objetivo de devolver a los `rossoneri´ a la senda del triunfo. Para ello el club fichó a los dos mejores jugadores holandeses del momento, Marco Van Basten y el todocampista Rudd Gullit. Además la cantera germinaba jugadores como Maldini y Costacurta, que a la postre serían casi eternos baluartes del equipo.

El equipo parecía bien armado y solo faltaba averiguar si Sacchi sería capaz de enderezar el rumbo del equipo. Pero los comienzos no fueron muy alagüeños. Las durísimas sesiones de entrenamiento (de hasta siete horas) sus especiales métodos y un mal inicio con varias derrotas le pusieron en el ojo del huracán. Las cosas se pusieron tan feas que incluso hubo un motín encabezado por las vacas sagradas para echarle. Solo gracias a la intercesión de Berlusconi el italiano se mantuvo en el cargo.

Se puede decir que Sacchi revolucionó el fútbol de finales de los ochenta y encauzó el camino de lo que sería el fútbol moderno en los noventa. A Sacchi le gustaba que sus jugadores estuvieran activos, en constante movimiento, pero respetando las delimitaciones de cada demarcación. Cada jugador no podía sobrepasar el radio de acción que se le había encargado. Sus aportaciones al fútbol moderno fueron variadas: Harto del estancado "catenaccio" Sacchi planteaba una defensa en zona más cercana al medio campo que ha su guardameta. Esta defensa exigía más seriedad y concentración pero despreocupaba a los jugadores de los pegajosos marcajes al hombre que aún se producían en la época. También era habitual que la defensa se adelantara en busca de dejar en fuera de juego a sus rivales. De hecho, el equipo lo ejecutaba tan bien que obligaron a la Internacional Board a cambiar el reglamento de la norma en 1991. A partir de ese momento, los jugadores en línea no estarían en posición antirreglamentaria como sucedía antes. Se puede decir que en el Milán de Sachhi todos eran un bloque, los delanteros eran el primer defensa y los defensas el primer atacante. Otra novedad del sistema del equipo era el doble pivote, que en la actualidad utilizan gran cantidad de equipos.

El caso es que tras unos primeros meses turbulentos el Milán recuperó el trono como campeón de Italia imponiéndose al ¨endiosado¨ Nápoles. Al año siguiente el objetivo del equipo seria la Copa de Europa. Para conseguirla Rijkaard conformo el trio holandés y le daría más recorrido al medio campo. En esta temporada (1988-1989) el Milán empezaría a escribir su leyenda. Su fútbol cada vez era más dinámico y preciosista y su defensa, con Baresi como jefe de filas, cada vez más compacta y experimentada. El examen europeo llegaría el 19 de abril de 1989 en la vuelta de las semifinales de la Copa de Europa ante el Real Madrid de `la quinta del buitre´. En la ida blancos y "rossoneros" habían empatado a uno en el Bernabéu. La eliminatoria se resolvería en San Siro.

Tras la exhibición ante el Madrid el equipo se había consagrado, solo estaban a un paso de hacer historia. Pero la cosa no fue más complicada. En una desnivelada final, el Milán destrozó al Steagua de Bucarest ganándole por 4 goles a cero. Pero los éxitos no se quedaron ahí. Al año siguiente el equipo ganó la Supercopa de Italia, Supercopa de Europa, Copa Intercontinental y revalidó el máximo título europeo ganando al Benfica por 1-0 en la final.

La temporada 1990-1991 sería la última de Arrigo Sacchi en el banquillo. El equipo había envejecido y se notaba que se acercaba un cambio de ciclo. Aún así volvió a ganar las dos Supercopas (la italiana y la europea) y la Copa Intercontinental. Pero el curso en la Liga y en la Liga de Campeones no sería tan exitoso. En esta última competición el Milán se enfrentaba en cuartos de final ante el Olympique de Marsella. Una dura eliminatoria sin duda. En la ida en San Siro, aunque el Marsella jugó mejor, solo pudo lograr un empate a uno. Todo estaba abierto para la vuelta en el Velodrome. Sin embargo el Milán no se pudo despedir de su exitoso ciclo de forma más penosa. Con 1-0 en contra y a falta de un minuto para los 90, la luz del estadio se apagó. El equipo de Sacchi se indignó y lejos de encajar su eliminación con honra, abandonó el campo antes de la finalización del encuentro utilizando los problemas de visión como excusa. La UEFA actuó duramente y le daría el partido por perdido por 3 goles a 0.

Pero lejos de resultados, el Milan de Sacchi transpasó fronteras y quedará en el recuerdo de todo aficionado al fútbol. 


Fuentes: http://www.enfermosdelfutbol.com 





El 5-0 al Madrid



  
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