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martes, 29 de marzo de 2016

Jacques Anquetil

Ciclista francés, es uno de los cuatro pentacampeones del Tour. Destacó sobremanera en las contrarrelojes, recibiendo incluso el apodo de "Monsieur Crono". Polémico en algunas actuaciones o declaraciones lo cual no hace indiferente a nadie y todo el mundo aun sigue pensando que fue uno de los mas grandes. 


Biografia 

Nació en Mont Saint Aiquan (Francia) el 8 de Enero de 1934. Hijo de padre agricultor, cuando en 1952 ficha por un equipo aficionado, su padre le da permiso a condición de que ganase dinero, y si no, tendría que ir "a recolectar fresas" con él. Y vaya si lo ganó. Y a pesar de su precocidad y de su inexperiencia, sorprendiendo a todos, ganará de esta forma su primer campeonato de Francia contrarreloj, categoría de aficionados, cuando aún no había cumplido la mayoría de edad.

Fue profesional desde 1954 a 1967 y ya el primer año gana el Gran Premio de las Naciones (contrarreloj) sacando más de 6 mn, al segundo.

A pesar de que entrenaba poco, no cuidaba su alimentación, e incluso era un adicto al champán, sus éxitos se sucedieron con mucha rapidez: en 1956 establece el récord de la hora en 46,159 Km., lo que sentaba las bases para iniciar una carrera imparable que tuvo su primer hito en su debut en el Tour en 1957, prueba ciclista que ganará con gran superioridad.

Destacado contrarrelojista debido a su figura aerodinámica sobre la bicicleta y su casi perfecto pedaleo, Anquetil también sobresalió por su inteligencia en carrera, lo que le hacia aprovechar al máximo sus capacidades. Ello unido a su elegancia sobre la bicicleta, donde nunca descomponía su figura ni dejaba vislumbrar a sus contrincantes los malos momentos por los que sin duda pasaba, le valieron para ser el primer corredor en la historia que logró la victoria en cinco Tours (luego le igualarían Merckx, Hinault e Induráin). También triunfó en dos Giros a Italia (fue el primer francés en triunfar en la ronda transalpina) en 1.960 y 1.964, temporada en la que logró el doblete: Giro y Tour. Un año antes había conseguido otro doblete, al vencer en el Tour y en la Vuelta.

Además consiguió 4 triunfos en el superprestigio Permond, (que le convirtieron, entonces en el rey del ciclismo), 9 veces venció en el Gran Premio de las Naciones -auténtico campeonato del mundo oficioso contrarreloj- fue nombrado Caballero de la Legión de Honor Francesa en 1966 y obtuvo la medalla de Bronce en los JJ.OO de Helsinki por equipos en carrera.

En el año 1956 batió el récord de la hora con una marca de 46,159 km. Se lo arrebató a Fausto Coppi que había mantenido el récord durante 14 años. En 1967 realizo un nuevo record de la hora en el velodromo de Vigorelli (Italia) el 13 de octubre de 1967, bajo la presidencia de M. Rodoni, presidente de la UCI. Fué sancionado por un año de suspensión y 2500 Francos por no permitir a los médicos efectuar la prueba antidoping, por lo que el record no fue homologado.

Tras abandonar la competición en 1969, siguió relacionado con el ciclismo en labores de organizador de carreras y de comentarista de radio y televisión. Fue también director del equipo nacional francés.

Al terminar el Tour de 1987 (en el que había sido comentarista de TV) comienza el cáncer a invadirle el aparato digestivo y muere el 18 de Noviembre de 1987 en París. Estaba casado con Janine, enfermera de su médico personal. 

El clan Anquetil 

Sophie es hija de Annie Anquetil e hija y nieta del célebre ciclista francés Jacques Anquetil. Una situación conocida –y consentida, según el libro que acaba de publicar Sophie– por esta extraña familia que se organizaba como un harén y que también incluía a la nuera del ciclista, con quien éste tuvo otro hijo varón antes de morir. ¿Quedó claro?

Esta es la historia de una niña que tuvo por padre a su abuelo, por abuela a la esposa de éste, por madre a la hija de su abuela y por hermano a su propio primo. ¿Complicado? La niña tiene hoy treinta y cinco años, se llama Sophie y escribió un libro –Pour l’amour de Jacques–. Se trata del francés Jacques Anquetil, una gloria del ciclismo mundial, al mismo tiempo que dueño y señor de su harén en Normandía, padre atento, devorador de manjares, bígamo, amante de sus fiestas, de sus amigos y de las mujeres. El tuvo tres. Respectivamente y por turno: madre, hija y nuera.

Sophie habla de “una magnífica historia de amor” de la que siempre se sintió “orgullosa y admirada”, donde ella fue “el centro de interés” de un “amor profundo” y de una familia donde “todo se compartía”. Hay que entender que el clan Anquetil vivió bajo el lema de los mosqueteros: uno para todas y todas para uno. Su padre fue un héroe dominador, tanto en su vida profesional como privada. Ganó todos los premios posibles del ciclismo, coleccionó los títulos mundiales sin esfuerzo y poseyó a todas las mujeres de su clan. Siempre supo que llegaría lejos, que ganaría dinero y que la familia sería su reino. Un reino en el que se sentía tan protegido como un niño el día de su cumpleaños.

En 1969 Jacques Anquetil se retiró en plena gloria. Era una especie de semidiós en su país, Francia, pero jamás logró conquistar el corazón del pueblo. Un tipo duro y seco, fácil de admirar pero difícil de amar. Demasiado rubio, demasiado calculador, de mirada fría y distante.

En 1954, a los 20 años, ya era una estrella consagrada. La amistad con su médico personal, uno de los precursores de la medicina del deporte, va a convulsionar la vida de ambos. Después de haber sido invitado cotidianamente a pasar fines de semana con la familia del doctor, Jacques se apropia –o se casa– con la esposa del médico, Nanou. Los hijos de la pareja divorciada, Annie (8) y Alain (6), deciden seguirlos y el pobre médico no querrá verlos nunca más ni en holograma.

Después de algo más de una década instalados en el castillo donde Anquetil cultivaba setecientas hectáreas y Nanou reinaba, el deseo del ciclista por tener hijos de su propia sangre patea el tablero. Nanou se ha ligado las trompas y no quiere otra operación. ¿Qué hacer? La solución se llama Annie, la hija de su mujer a quien conoce y cría desde los ocho años. A los veinte es una joven atractiva y adora a su campeón.

“Para que (mi papá) se quede en casa, Nanou va a ofrecerle a su propia hija. Jugaron con fuego”, reconocerá Sophie. Y Annie agrega: “No soy una víctima, yo también jugué con fuego”. “Fue una manipulación emotiva”, reconoce Sophie, “mi padre era como el príncipe de los cuentos de hadas y mi madre pensó en brindarles placer a ambos”. Para explicarlo, Nanou prefiere hablar de una decisión tomada por la “célula base de la familia: mi marido, mis hijos y yo”.

Esta particular madre portadora ¿pudo elegir? ¿Pudo haber dicho que no a la propuesta de su propia madre? “Jacques era un déspota carismático, sutil, él no imponía nunca nada. A mí –continúa Annie– nadie me preguntó qué es lo que pensaba. Digamos que me dejaron libre de hacer aquello que ellos querían que yo hiciese. Era como un dictador pero nos amaba profundamente. Eso cambia todo.” En el sultanato Anquetil sólo se era libre de elegir a qué cadenas atarse. Las mujeres eran de su propiedad y él se encargaba personalmente de su cuidado.

Annie reconoce que cuando su madre “vino a mi cuarto a explicarme que yo tenía que darle un hijo a Jacques, no sé qué es lo que pensé, me quedé atónita. Yo formaba parte del universo Anquetil donde las leyes del mundo exterior no se aplicaban, sino que desaparecían delante del jefe indiscutible. Y luego, me encontré en su cama con la misión sagrada de la procreación, frente a un hecho que me sobrepasaba por completo”.

De estos encuentros nace Sophie. La niña será el punto de encuentro de todos. Para el mundo exterior, ella será la hija de Jacques y de Nanou. Aunque So-phie dice conocer la verdad desde siempre. “Es cierto que Sophie –explica Annie– era antes que nada la hija del clan antes de ser la mía.” “Yo siempre estuve contenta de tener dos mamás y un padre tan extraordinario”, afirma Sophie, con el orgullo de los elegidos.

Durante las noches, cada habitación del chateau le permite a Anquetil jugar el juego del perpetuo comienzo. En el cuarto de Annie, la más joven y favorita durante 12 años, disfruta de sentirse nuevo. Luego va al encuentro de Nanou, su esposa, la madre de Annie, la abuela de su hija. Y se duerme aferrado a la liviandad de lo conocido. Sophie hace el camino inverso. Se duerme en los brazos de su abuela, para luego exiliarse en el cuarto de su madre.

Sin embargo, la vida no circula libremente en el chateau, hay normas no escritas, códigos y ritos que cumplir. Así es como, harta de presenciar el mismo espectáculo desde hace doce años, Annie decide un día enmanciparse. Anquetil no soporta la idea de que la más joven de sus geishas parta y la amenaza con algo que supone no le va a gustar: cambiarla por Dominique.

Dominique es la esposa de Alain, hermano de Annie, a quien Jacques también crió como a su propio hijo. Hace un tiempo que comparten el mismo hogar. De esta última unión, nacerá Christophe (a la vez, hermano y primo de Sophie). Al poco tiempo Jacques Anquetil morirá –en 1987– a los 53 años. 

Palmarés 




Fuentes: http://leyenda-de-campeones.blogspot.comhttp://ciclismohistoria.blogspot.com 







   

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