Regla Torres
Biografia
Junto a su compañera Mireya Luis, otra superdotada, fue una estrella entre un conjunto plagado de estrellas. Su debut en grande fue en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cuando llegó a jugar en la final ante el equipo de la Comunidad de Estados Independientes y contribuyó a que Cuba alcanzara el primero de sus tres títulos olímpicos consecutivos. De esa manera se convirtió en la jugadora más joven de la historia en ganar una medalla de oro olímpica en el voleibol. Tenía 17 años.
Tan joven era que al año siguiente jugó en el Campeonato Mundial juvenil celebrado en Brasil, en el que fue nominada como la mejor atacadora del torneo. Fue la líder ofensiva del conjunto que logró el título tras derrotar 3-0 a Ucrania.
Un año después, de nuevo en Brasil, Regla fue la mejor bloqueadora del Campeonato Mundial de mayores, en el que su equipo se llevó el oro ante las locales, nada menos que 3-0 ante un incrédulo estadio Maracanazinho. En ese evento demostró que había ganado muchísimo en confianza en sus habilidades, atacaba con soltura por el centro del campo, bloqueaba de manera impresionante, y sobre todo, aportaba a la defensa, el punto flaco del voleibol cubano en ambos sexos.
Su desempeño fue tan impresionante que le ganó en la votación de jugadora más valiosa a Mireya Luis, la líder emocional del equipo. Quizás pesó en eso el hecho de que el trabajo de Regla fue mucho más variado en casi todos los aspectos de juego.
Entonces comenzó a brillar su otra faceta: la de explotar su belleza. La misma Federación Internacional puso miras a ese aspecto y comenzó a publicitar su imagen para atraer gente a los estadios y practicantes a los gimnasios. Se impuso como el ideal de voleibolista por su cuerpo escultural y su espíritu de lucha.
No obstante, ese mismo espíritu de lucha le costó una suspensión en el Grand Prix de 1996, cuando en un desafío ante Brasil perdió los estribos y persiguió por toda la cancha a una jugadora carioca para agredirla. Luego, en los Olímpicos de Atlanta, fueron ambos conjuntos los que provocaron una reyerta sin igual tras la eliminación de las entonces favoritas brasileñas a manos de las cubanas.
Sin embargo, para el Campeonato Mundial de 1998 ya las cosas estaban más tranquilas, y Regla lo demostraba con su accionar pausado y equilibrado dentro de la cancha. Fue quizás el torneo que más fácil haya ganado un conjunto de voleibol, pues las cubanas perdieron un solo set, y ella consiguió las nominaciones de Más Valiosa y mejor bloqueadora otra vez.
En Sydney 2000, las pupilas de Eugenio George no llegaban como favoritas. Venían de ganar del Grand Prix de ese año, pero parecía que las rusas tenían un mejor cuatrienio. En el propio torneo estival se vio, pues las cubanas cedieron ante las europeas en preliminares, y cuando volvieron a enfrentarse en la disputa por el oro, cayeron en los dos primeros sets. Parecía que era el final.
Sin embargo, liderado por Regla y alentado por Mireya Luis desde el banquillo, las antillanas se recuperaron y barrieron a las rusas en los tres parciales siguientes, poniendo en manos de un psicólogo el destino del entrenador Nikolai Karpol, a punto del infarto. El punto final en el quinto set, y la concreción del tercer título consecutivo, estuvo en manos de la propia Regla Torres, quien lo disfrutó enormemente.
Cuatro años después de la cita en Sydney ella no había anunciado su retiro oficial, pero ya estaba fuera de los trajines de la competición. Quizás soñaba con aspirar a su cuarto título olímpico a pesar de las frecuentes lesiones en sus rodillas, pero la selección cubana estaba conformada en ese momento con muchachas muy jóvenes y de gran calidad, y le costaba mucho ponerse a su nivel físico. Una lástima, porque no había cumplido los 30 años.
En sus vitrinas aparecen, además de los títulos mencionados, las medallas de oro en la Copa Mundial de Japón 1995, el Grand Prix de 1993 (Mejor sacadora), la Copa de Campeones de 1993 (Mejor recibidora), los Juegos Panamericanos de La Habana 1991 y Mar de Plata 1995, y los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce 1993 y Maracaibo 1998.
Además, las preseas de plata en los Grand Prix de 1994, 1996 y 1997 (mejor bloqueadora), la Copa de Campeones de 1997 y los Panamericanos de Winnipeg 1999, además de los bronces en los Grand Prix de 1995 y 1998.
Atacadora central por excelencia, siempre se destacó por su entrega y disciplina tanto en las agotadoras jornadas de entrenamiento como en la cancha de juego. Su nombre será recordado siempre entre las grandes del voleibol mundial, de eso a nadie le quepan dudas.
Fuentes: http://www.voleibolcuba.com
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